La semana pasada el Tesoro de EUA agregó a México en su lista de países a monitorear por sus prácticas de tipo de cambio y de políticas macroeconómicas. El tipo de cambio no reaccionó a la noticia y más bien el peso se ha visto favorecido por el optimismo global, llevando al tipo de cambio a cotizaciones cercanas a 19.80 pesos por dólar.
Al calcular el tipo de cambio de equilibrio tomando como año base el 2018, resulta en 19.32 pesos por dólar, pero antes de festejar hay que recordar que ese equilibrio va cambiando a través del tiempo, por el diferencial de inflación entre EUA y México, que a su vez se ve impactado por la productividad y los ingresos reales de nuestro país. Desafortunadamente, con las políticas económicas actuales se pronostica que tanto la productividad como los ingresos reales vayan a la baja.
Cabe destacar que del 2014 a la fecha el tipo de cambio real del peso-dólar se ha depreciado (contemplando el tipo de cambio nominal y las inflaciones de México y EUA). Una depreciación real implica que se ha ganado competitividad comercial con la divisa, pero también es señal, de acuerdo a la hipótesis de Balassa-Samuelson, de que la productividad y los ingresos reales en México han caído.
En México el régimen cambiario es de libre flotación, con pequeñas intervenciones hechas por la Comisión de Cambios, con la intención de suavizar las decisiones del mercado, sin tratar de dirigir al tipo de cambio hacia un nivel determinado.
Esto implica que México no ha manipulado su divisa para ganar comercio. De hecho, así lo menciona el reporte del Tesoro, al referirse a las mínimas intervenciones realizadas.
Esto lleva a pensar que México fue incluido en la lista de países a monitorear por cuestiones distintas al tipo de cambio, es decir debido a: 1) el amplio superávit comercial que México tiene con EUA y 2) las políticas macroeconómicas, especialmente aquellas que podrían ampliar, de manera artificial, este superávit comercial con Estados Unidos.
Cabe señalar que existen tres criterios que son seguidos por el Departamento del Tesoro para la inclusión en la lista: 1) intervención en el mercado cambiario persistente y en un solo sentido, equivalente al 2% del PIB en un periodo de 12 meses, 2) superávit de cuenta corriente, equivalente al menos al 2% del PIB (en un periodo de 12 meses) y 3) superávit comercial con Estados Unidos de al menos 20 mil millones de dólares (en un periodo de 12 meses). México ha tenido un superávit comercial mayor a 20 mil millones de dólares con EUA desde 1999 y en el 2020 el superávit en cuenta corriente promedió 2.4%. Esto daría pie a que México fuera incluido en la lista, pero no por primera vez, porque los criterios comerciales y de cuenta corriente no es la primera vez que México los alcanza.
El reporte del Tesoro finaliza la parte de México refiriéndose a las energías renovables y argumentan que, de acuerdo a las políticas de esta administración, se espera que las exportaciones de energía renovable que van de EUA a México, bajen. Esto implicaría un mayor superávit comercial bilateral para México, lo que se traduce en un mayor déficit bilateral para EUA. El mayor déficit comercial de EUA se verá reflejado en su crecimiento económico y en su creación de empleo, razón por la cual les interesa el tema.
Con esto queda claro que las políticas económicas de México ponen en peligro la relación comercial con EUA. No por tratar de generar un mayor crecimiento para México (que sería algo positivo), si no por cambiar las reglas del juego y afectar los intereses de otros países. Esto es serio, pues al no haber incentivos para la demanda interna, la recuperación económica de México prácticamente queda colgada del crecimiento de EUA.
El presidente Biden tiene un estilo diferente al del presidente Trump. Biden no tuitea cada idea que le viene a la cabeza, pero esto no implica que se cruzarán de brazos ante lo que les pueda parecer injusto. La inclusión de México en la lista parecer ser la primera advertencia.