Directora de Análisis Económico-Financiero
Se esperaba que el 2021 fuera el gran año de la recuperación económica, pero se quedó en efecto rebote, colgado del crecimiento de Estados Unidos y con posibilidad de estar enfrentando una nueva recesión al final del año. El estancamiento económico no puede atribuirse por completo al coronavirus, pues hay otras economías que ya terminaron su proceso de recuperación del PIB e iniciaron su expansión económica. De acuerdo a los especialistas del sector privado encuestados por Banco de México, el principal freno en el crecimiento económico de México es la gobernanza, con la política económica interna y la inseguridad como factores clave.
En el tercer trimestre de 2021 se observó una contracción trimestral del PIB de 0.43%, confirmando lo que se temía: un freno en la recuperación, causado por la tercera ola de coronavirus, los efectos adversos de la reforma de outsourcing y la incertidumbre causada por la política económica interna. Para el cuarto trimestre del año existe la posibilidad de haberse observado otra contracción trimestral del PIB, lo que podría confirmar una recesión, un “double dip” y una recuperación en forma de “W”.
Se estima que el 2021 cerró con un crecimiento alrededor de 5.4%, que se escucha alto, pero no deja de ser un efecto rebote tras la caída de 8.4% del 2020. De hecho, el crecimiento de 5.4% era el escenario pesimista para México. Si el PIB de México creció solo 5.4% en 2021 y crece 1.5% en años siguientes, la recuperación completa se alcanzará hasta el 2024 y en términos per cápita hasta el 2029.
En 2021, el crecimiento de la economía de México estuvo en buena medida sustentado en las exportaciones que se estima cerraron el 2021 con un alza de 18%, como consecuencia del alto crecimiento de Estados Unidos. Por su parte, el consumo, principal componente del PIB de México, se estima creció el 2021 en 9.2%, después de haber caído 11.2% en 2020. El consumo se ha visto beneficiado por las remesas, pero la incertidumbre por el futuro de la economía y la pandemia, así como la alta inflación y la recuperación del empleo en salarios menores a los que se tenían previo a la pandemia, han sido los factores que han propiciado la recuperación incompleta.
Además, la inversión fija bruta, necesaria para el crecimiento potencial de cualquier economía, frenó su recuperación a finales del 2021. La inversión fija bruta se estima creció 12.4% en 2021, después de caer 18.2% el 2020 y a noviembre 2021 se ubica en niveles de hace 10 años. Si la inversión no revierte la tendencia de baja, el PIB de México crecerá a tasas de solo 1 a 1.5% en los siguientes años.
Por su parte, siguen las salidas de capitales de México. Al tercer trimestre del 2021 (último dato disponible) se hilan 6 trimestres consecutivos con salidas de capitales, siendo el tercer período más amplio con fugas, solo debajo de las salidas de capitales de 10 y 9 trimestres consecutivos observadas de 1982 a 1985 y de 1986 a 1988. Al interior, la tenencia de valores gubernamentales en manos de extranjeros ha disminuido de manera significativa, con una salida de capitales histórica de 257.6 mil millones de pesos en 2021, siendo el segundo año consecutivo con fugas de capitales, algo inédito para México.
Expectativa 2022
Si el 2021 fue un año de recuperación incompleta, el 2022 será un año retador, apoyado por el crecimiento de Estados Unidos, pero posiblemente frenado por la pandemia del coronavirus, así como por la política económica interna. Para el 2022 se estima que México crecerá entre 1.5% y 2%, impulsado por el crecimiento de Estados Unidos y siendo los principales riesgos para la recuperación de México una desaceleración en Estados Unidos, la aprobación de la reforma eléctrica, la consulta pública de revocación de mandato, controversias entre Estados Unidos y México por la reforma eléctrica, una alta inflación, disrupciones en las cadenas de suministro global y nuevas olas de coronavirus.
No se descartan nuevas revisiones a la expectativa de crecimiento, pues existen muchos riesgos a la baja para la actividad económica.
La pandemia no se ha terminado y aunque ómicron parece ser una variante menos letal, está causando que las personas se aíslen, para no contagiar o para evitar contagiarse. Estas auto restricciones de la movilidad ralentizan a la economía y seguramente se verán reflejadas en el indicador del consumo de los primeros meses del año. Al consumo lo frenan la cautela, la alta inflación y el posible estancamiento en la recuperación del mercado laboral, mientras que le favorece el crecimiento en las remesas y el crecimiento del sector exportador. Para el 2022 se estima que el consumo privado crecerá a una tasa promedio de 2.7%. Para las remesas se estima una tasa de crecimiento de 13% para el 2022.
Por otra parte, la alta inflación prevalece y ha mostrado ser tan transitoria como la pandemia. Mientras que la pandemia y los estímulos monetarios de Estados Unidos continúen, continuará la alta inflación. Ante esto, es posible que, durante el primer trimestre del año, la inflación en México siga encima de 6% y empiece a bajar de manera significativa en el último trimestre, solo si la pandemia deja de ser un problema para la economía global. Así, es posible que este año la inflación cierre en México en un nivel alrededor de 4.2%.
Por la alta inflación se espera que Banco de México suba su tasa de interés en al menos 25 puntos base el 10 de febrero y que después le siga el paso a la Reserva Federal. De acuerdo al diagrama de puntos, la Fed podría subir este año su tasa objetivo en al menos 4 ocasiones. Esto implica que la tasa de interés en México podría cerrar el año en 6.75% o 7%, nivel del que partió en marzo 2020 cuando la OMS declaró al Covid19 como pandemia.
Por su parte, para la inversión fija bruta se estima una tasa de crecimiento de 3.5% este año, pero pudiera revisarse a la baja si la reforma eléctrica es aprobada como está planteada, mientras que las exportaciones seguirán siendo el principal motor de crecimiento de la economía mexicana, al subir este año 5.3%.
Finalmente, el tipo de cambio seguirá siendo beneficiado por el crecimiento de las exportaciones y de las remesas, mientras que las salidas de capitales de México seguirán añadiendo volatilidad. Además, la normalización de política monetaria de la Reserva Federal tiene el potencial de generar cambios importantes en los portafolios de inversión.
El tipo de cambio ha mostrado dificultad para bajar del nivel de 20.30 pesos por dólar, pues en dicho nivel se activan las compras anticipadas de dólares y se toman coberturas cambiarias, lo que eleva la demanda por dólares y sube el tipo de cambio. En el caso de optimismo generalizado, el tipo de cambio podría dirigirse primero al nivel psicológico de 20 pesos por dólar y luego hacia 19.80 pesos, que se considera podría ser el nivel mínimo del año. El escenario de optimismo tiene la mayor probabilidad de ocurrencia en los primeros dos meses del año. En marzo, la subida de tasa por parte de la Fed presionaría al alza el tipo de cambio.
Hacia arriba, el peso podría depreciarse ante cuatro factores: 1) percepción del mercado de menor autonomía (en la práctica) del Banco de México, 2) expectativa o disminución del diferencial de tasa de interés entre Estados Unidos y México, 3) mayor aversión al riesgo global y 4) mayor aversión al riesgo sobre México. No se descartan niveles de 22 pesos por dólar en la segunda mitad del año, si se percibe que la Reserva Federal está siendo agresiva en la normalización de su política monetaria. Generalmente los períodos en los cuales se espera que la Reserva Federal suba su tasa de interés se deprecia el peso y sube la volatilidad cambiaria. Para este año se espera que la Fed termine con el programa de bonos, suba su tasa de interés en al menos 4 ocasiones y empiece a retirar liquidez de su economía. Por lo anterior, se siguen recomendando las coberturas cambiarias.